Cómo y porqué

Lev Tolstoi con niños de su escuela en Yasnaia Poliana
Lev Tolstoi con niños de su escuela en Yasnaia Poliana

Llegué a la casa de Lev Tolstoi de manera algo casual. Yasnaia Poliana es un pueblo al sur de Moscú en pleno campo donde está la residencia de la familia Tolstoi y que ahora puede ser visitado. Tienes que tener voluntad y verdadero deseo de llegar hasta aquí, así que queda fuera el consumidor de turismo, llegando hasta aquí solo los admiradores del escritor y pensador que tanto nos legó. Allí descubrí, también de casualidad, un artículo suyo no divulgado, «El cómo y el porqué del vivir». Solo el título ya despertó mi interés así que pedí a Víctor Andresco que lo tradujera al castellano. Víctor me regaló la traducción al español por amor. Me quedé tan prendada con el contenido de ese artículo y con el espirítu de la casa donde habitó, que tengo el sueño de llevarlo a la gran pantalla.

LEV TOLSTOI
DEL CÓMO Y EL POR QUÉ DEL VIVIR
(6 de octubre de 1905)
Traducción del ruso de Víctor Andresco

         Los niños pequeños no piensan cómo y para qué viven y hasta los 2, 3 o 4 años viven como fierecillas: comen, juegan, estiran sus extremidades y sólo de vez en cuando se revela en ellos la luz de la razón y del amor. Hay personas que hasta los 12, 14, 20, incluso hasta los 40 años, viven como seres irracionales, entregándose a las pasiones y distinguiéndose de los animales únicamente por razonamientos intelectuales sobre cuestiones evidentes, pero ignorando cuál es el sentido de su vida y sin plantearse ninguna pregunta sobre el mismo.

         Si se dan en estas personas minutos o hasta horas de lucidez durante los momentos en que se cuestionan el sentido de la vida, se miran a sí mismas y se preguntan: qué es la vida y para qué viven del modo en que lo hacen, al no encontrar respuestas claras para estas preguntas, lo que sucede es que esos minutos y esas horas pasan sin dejar rastro y esas personas siguen viviendo más y más tiempo y cuando, ya en la vejez, se vuelven a hacer las mismas preguntas, están tan acostumbradas a vivir de la manera en que han vivido y viven y están tan acostumbradas a justificar sus absurdas vidas, como hace la mayoría de la gente, que no sólo continúan viviendo de esa manera ignominiosa sino que alejan de sí para siempre cualquier respuesta relacionada con el cómo y el porqué de la existencia que da para todo la religión, verdadera e igual para todos.

         Además de que viviendo de manera necia esta gente se priva a sí misma de la verdad y la claridad espiritual que ilumina el alma humana en la fase más evolucionada de la vida, sobre todo en la madurez y en la senectud acostumbran a dirigir la opinión de los demás gracias a su edad y posición social y con progresiva intensidad condicionan el modo de pensar de la siguiente generación hacia una percepción irracional de la condición humana impropia del ser humano.

         Una vida impropia de las personas se traduce entre la gente en un sufrimiento cada vez más grande.

         Por eso es especialmente importante que se den a conocer las explicaciones más racionales y por ello más comprensibles sobre el sentido de la vida y las orientaciones que de ellas se desprenden, divulgándose entre la gente, los niños y la gran mayoría de personas que no toman decisiones y se supeditan a las explicaciones comúnmente aceptadas acerca del sentido de la existencia y de las orientaciones que de él se desprenden.

         ¿En qué consiste, pues, esa mejor explicación sobre el sentido de la vida y su consecuente orientación y dónde podemos hallarla?

         Esta explicación reside en la interpretación religiosa de la existencia que se manifiesta tanto en las antiguas religiones de los hombres como en las aclaraciones (especialmente las depuraciones) de esas religiones que han sido formuladas y se siguen formulando hasta nuestros días por aquellos religiosos, es decir aquellas personas que tienen la facultad de ver y comprender el sentido de la vida no como personas o por su relación con un tiempo o un lugar concretos, sino desde la perspectiva de la eternidad y de su significado universal.

         La vida de un individuo no es nada más que su acercamiento a la muerte, a la liberación de su cuerpo, su esencia espiritual es una progresiva liberación de su naturaleza espiritual. En la muerte completa su sentido. En vida se va perfeccionando. Por eso cuanto más avanza la vida de un individuo y más se esfuerza, más se libera su esencia espiritual y entiende con mayor claridad la esencia de la vida.

         Y lo mismo sucede con la vida de toda la humanidad.

         Normalmente la sabiduría de los ancianos se inscribe en la antigüedad, es decir en los tiempos de los que nos separa el pasado, y en las expresiones religiosas de la antigüedad. Pero eso no es correcto. Del mismo modo en que un individuo adquiere sabiduría de forma progresiva a medida que se aleja de las pasiones, lo mismo sucede con el conjunto de la humanidad. La humanidad no alcanza su grado más avanzado de sabiduría hace miles de años sino ahora, en este preciso instante.

         Todas las interpretaciones religiosas, es decir las explicaciones sobre el sentido y la orientación de la vida, cobran su pleno sentido no en los tiempos de los apóstoles sino ahora, entre nosotros. Está en los escritos de Rousseau, Kant, Channing, en las enseñanzas de los neobudistas, neobrahmanistas, babíes y en los cientos y miles de personas que entienden y divulgan las enseñanzas religiosas de la antigüedad: Confucio, Buda, Isaías, Epícteto, Cristo.

         Esta es la depurada sabiduría de la antigüedad y debe darle a los hombres respuestas racionales a las cuestiones sobre el sentido de la vida y la mejor manera de orientarla, esa que le resulta imprescindible a la humanidad no sólo para poder disfrutar del bien más preciado en este momento de su desarrollo sino para avanzar por el camino que le ha sido trazado.