Todos anhelamos una transformación social.
Esa transformación social pasa sin duda por la transformación personal.
La transformación personal pasa por conocerse a uno mismo o cómo llegar a ser uno mismo
Soy lo que potencialmente puedo ser, o sea, algo incognoscible.
Para acercarse a conocer algo desconocido lo primero que hay que tener es fe, o sea, la fe es el primer requisito previo para la transformación.
La fe es una actitud hacia lo desconocido que permite acercarse a lo incognoscible para llegar a conocerlo.
Enfrentarse a lo desconocido no es fácil. De allí la ansiedad que surge como señal de emergencia a una alerta no identificable.
Esa energía de la ansiedad se puede encauzar para convertirlo en un don.
Sentirse atraído por lo desconocido que hay dentro de nosotros, es fe, y utilizar la energía de la ansiedad formulada como meta para conocerse, es valor.
Fe, duda, ansiedad y valor son por lo tanto aspectos del proceso de transformación para desarrollar nuestras potencialidades.
Si no existiera incógnitas no se generarían dudas ni ansiedad, y sin dudas o ansiedad no haría falta fe ni valor.
Llegar a ser uno mismo es relacionarse con lo incognito de tal forma que poco a poco ese aspecto desconocido se vaya exteriorizando y manifestándose en acciones concretas y genuinas. Esa parte desconocida o incognoscible dentro de cada uno es la imagen de Dios ya que nos hizo a su imagen y semejanza.
Ese proceso tiene a su vez una contrapartida social. La imagen de Dios es al individuo lo que el Reino de Dios en la tierra es a la sociedad humana.